domingo, 13 de septiembre de 2015

A hombros de gigantes

Me meto dentro y cierro la ventana.
Traen el velón y dan las buenas noches.
Y mi voz da, contenta, las buenas noches.
Ojalá mi vida sea siempre esto:
el día lleno de sol, o suave de lluvia,
o tempestuoso como si se acabase el Mundo.
La tarde suave y las cuadrillas que pasan
miradas con interés desde la ventana,
la última mirada amiga al sosiego de los árboles,
y después, cerrada la ventana, el velón encendido,
sin leer nada, ni pensar en nada, ni dormir,
sentir a la vida correr por mí como un río por su cauce,
y ahí fuera un gran silencio, como el de un dios que
     duerme.

Alberto Caeiro (heterónimo de Fernando Pessoa), El guardador de rebaños (1914-1915)

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